Sinceridad.

El mundo es tan simpático cuando esta callado,
nos anima a todos a seguir ocupados y horriblemente atareados como todos los días.
El mundo, es... es tan... desagradable.
Con sus gritos, sus llantos, sus damas gritando,
los caballeros que no desisten las apuestas,
las bocinas, los gritos, los desesperados...
¡Y con sus malditos maníacos que los ven tan caóticos, como yo!
Los odio, a esos... los detesto, si, si, son odiosos. 

El era un tipo de paso firme, esa gente con la que jamás desearías toparte… un hombre de carisma, serio a la vez, terco al momento, e infantil cuando no se lo veía. El era… un hombre.
                Detestaba las flores, detestaba los chocolates. Creo que nadie volvió a ver aquella señorita la cual estaba perdidamente enamorada de él, luego de un 14 de Febrero.
                Era un amante de la caza, los rifles, armas de fuego, y quien sabe, de agua también… pero no es lo que nos interesa, tan solo les describo a mi pobre amigo Paul, solo un poco, tal vez demasiado. Les hablare de su esposa. Desapareció un 14 de Febrero, nadie la volvió a ver, al menos no a la misma del 13 de Febrero. A decir verdad, ese 13 de Febrero, fue la última vez que vi a Paul, serio, caminando firme y derecho al trabajo, como todos los días. No ha dejado su empleo, pero no es Paul quien va a su trabajo,  para mí ya, ese, no es Paul... no.

Por suerte ambos se encuentran bien, es una lástima que jamás los haya vuelto a ver. ¿Saben algo? Son las mejores personas del mundo, me alegra que estén bien, y me confunde saber que no son los mismos. Espero que mi visita de hoy no los altere, pues, yo también amo la caza, uno ama la caza, siempre que tenga un rifle, y sea un caníbal, como yo.