Sígueme...

Al sueño distante de una paradojica nostalgia
que me arrastra con estragos y enfermizos parpadeos
acechando cada movimiento,
en el inmóvil, abstracto y siniestro pánico paradisíaco...
que me ha invitado a verte en cada esquina.

Como si fuera poco,
y el poco ha sido el todo…
en esta nueva vida que sufro
de placer inconsciente…
ella solo fue una pionera.
No todos podemos derribar
un mundo y levantar galaxias.

Ella me otorgo el placer
de notar, comprender y agradecer
el oscuro soñar.
Pensaba que mis sueños no valían
que mis teorías pudieran ser ironías
y que tal vez mi destino sea mediocre.

Habías llegado fijando mi camino
entre la niebla de mi pecho
que me estremecía y ocultaba.
Habías limpiado todo a tu paso
dejando las profundidades de mí ser
como una réplica inédita y exacta
del superior y mismo Edén.
Pero habías olvidado…
que en ese precioso mundo que habías creado
yacía la tentación, el deseo y la ira.
La ira de no poder poseerte bajo la Luna.
El deseo de abrazarte hasta dormitar en un mismo cajón.
Y la tentación de perder la vida antes que perderte a ti.

Tú, que habías olvidado
que para mí todo eres
y que para mí el único ser
eras y serás por siempre.

Pero, ahí estaba yo…
con la tentación rozando mi cuello
con la fría hoja de la vida.
También deseando hacerse un espacio
en lo profundo de ese corazón,
mientras padecía la Ira
del inalcanzable ensueño.

Esa noche había muerto…
enfrentado a una colisión de estragos
que provocaron mi instinto suicida.

Esa noche una daga había trepado por mi cabeza…
esa noche mi corazón dejo de latir
y comenzó a gritar horrorizado.
Una horda lo había azotado
dejándolo solo como una leyenda
que volvería al otro día.

Podría apelar toda mi vida
pero yo se que aquí, allí
y por allá tal vez
haya algo que vivir…
contigo.

Pero…

Como si fuera poco
presionabas mi cuello
para verme morir lentamente
en este agónico y rojo océano
que me llenaba de adrenalina
mientras todo mi aire drenabas
en cada maravilloso conjunto de palabras.

El deseo de morir en llanto
jamás había conocido
hasta las primeras palabras
que provocaron mi tentación
de pararme al borde de una nube
y dejarme caer, despertando
para distinguir la realidad
y los espejismos del insomnio
que la vida me tendía
en un largo y viejo péndulo de madera.

Cuando pensé y menos esperaba…
me di cuenta que estabas allí abajo,
con los brazos abiertos esperando por mi
cayendo a ese turbio mar celeste.
No creía que ibas a estar allí
para evitar esa tendencia…
de involuntad de caer si no fuera necesario.

Me has salvado de esa agonía
despertándome, susurrando que todo
es siniestramente real.

El despertar sabiendo que vivo estaba
dejaba contra las rejas mis creencias
mientras yo de los nervios solo especulaba
que la muerte había sido segura
y que el cráter en mi pecho
con el ardor más despiadado
solo seria parte de mi vida un largo tiempo.

El entender que las posibilidades no eran imposibles
me dio un derecho de resurgir.
Volvía a estar de pie y con una nueva voluntad
de vivir añares hasta darme cuenta de la inmortalidad,
esa que contigo podría llegar a vivir día a día
como si fuera un segundo en una pitada
y cuatro millones de kilómetros en un parpadeo.

Mi vida se ha vuelto colorida, ya no es monocromática.
Jamás había conocido un artista plástico como tú…
que usas los efectos visuales como ilusiones, encantos
y la increíble realidad.

Habías tomado mi vida como un lienzo
y la habías convertido en la mejor y más hermosa obra…
con tu voz, con tu andar, con tus abrazos y caricias,
y con tus labios, como bellos pinceles.

Este día, en mi has dibujado un paraíso.

Sabes que por ti, moriría y mataría…
para no verte caer, ni tampoco ver una sola lagrima caer…

<< no me importa cuán lejos estemos,
confiaremos en nosotros mismos>>